martes, 13 de mayo de 2008

Volcanes de toda Sudamérica al infierno

Quisiera aprovechar esta estupenda tarde de Julio
para iniciar una limpieza a fondo
de la cordillera de los Andes, de la cordillera de la Costa, y
de aquellas sierras que bajan y se esconden en el mar,
aparatando primero, los cerros de los montes,
los montes de las montañas,
y las montañas de los volcanes
todos bien ordenados - cada uno con su respectivo nombre
colgándole del cuello:
cerros con cerros, en racimos, montes con montes,
montañas con montañas; volcanes y volcanes
de toda Sudamérica;


quizá ustedes se estarán preguntando
¿y para qué tanto alboroto?


todos así, muy bien ordenados, como en el patio
de una escuela en el primer día de clases,
– en un operativo semisalvaje –
arrancaría de raíces todos los malditos volcanes,
fueran éstos volcanes que se hacen la mosca muerta
–aquellos que juran
nunca haber hecho ni siquiera un temblorcito de tierra,
y también aquellos, los más furibundos, que lanzando fuego y ceniza
aterrorizan con bárbaros terremotos a poblaciones enteras –
a estos malos elementos,
sin contemplación alguna,
los mandaría a todos encadenados al infierno.

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