jueves, 29 de mayo de 2008

Mirando la foto del padre

Estando todavía tendido en el horizonte,
padre mío, sin que nadie se diera cuenta
me he metido de cabeza por tus pies,
me he llenado de pan y huevo,
de patatas y ensaladas con tomate,
y así embetunado hasta las orejas,
embutido en tu pecho, bien ajustado en tus brazos,
toda mi cabeza ha tomado la forma de tu cabeza,
mirando esta emblemática fotografía
tomada a dos pasos del vivero de langosta,
me doy cuenta cómo he desaparecido,
quien se mira al espejo
para certificar que no estoy soñando,
eres tú, padre mío; miro tu nariz, es igual a mi nariz,
mis orejas son tus orejas,
el modo de llevar el abrigo, las gafas oscuras,
es igual al estilo de mi abrigo y mis gafas;
por lo visto, por más de treinta años
estás dentro de esta bolsa con la ropa mía,
con todos tus huesitos, uno por uno, intactos,
tú, con arrugas, yo, por acá, con mis quebrantos.

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