domingo, 15 de noviembre de 2009

Bono para pensionados

Esto de ser poeta y pensionado,
todo a una vez, no suena bien
en poesía, ni en las instrucciones
que vienen con el formulario que debo rellenar
para que el gobierno de este país
me mande un bono gratis
para pagar la cuenta del gas;

que de dónde vengo,
o que si tengo o no tengo amores;
en estos casilleros para rellenar
no hay espacio
para el sonido de mis palabras,
que si el mes recién pasado
la amante que tenía
se marchó con la luz y el gas
que me daban un poco más de vida,
a la agencia del desempleo no le importa este asunto;
siento la frialdad hasta los huesos,
no como una crisis,
más bien como un derecho
que nunca debiera reclamar,
porque todo se nos otorga gratuitamente
¿qué debo hacer, por ejemplo,
si la amante que tenía,
calorcito del gas y luz de mi vida,
le vinieran ganas de regresar a casa?
otra vez, el sonido de las palabras,
toda la poesía lírica del mundo, se borran;
las instrucciones que vienen
con este formulario para rellenar
tampoco dicen nada.
.

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