martes, 13 de mayo de 2008

Del siglo de oro para atrás

Sabiendo que no se sabe nada
del siglo de oro para atrás
sólo puedo soñarlo
como un pez de colores
en una página iluminada;
una estrella nueva por aquí,
por encima de mi cabeza,
a mil millas por segundo, un cometa;
esto es lo que se veía detrás del trono
de Juan II de Castilla, y todavía temblando
por mi visiones, oigo una voz
‘chico, tú eres como un semidiós’,
qué ridiculez, me digo; la voz insiste:
‘no contradigas a tu pluma’,
dentro de la biblioteca me siento en casa,
soy un pez feliz junto a su paraguas,
dentro de una pecera un gran caballero,
cuando el rey se tomaba la cabeza a dos manos,
la telefonía móvil me trae un aviso,
‘hijo, te espero en casa, la cena está preparada’,
doy un salto de pez que abandona su pecera,
dejo los libros encima del escritorio,
bajo corriendo las escaleras del edificio,
se me caen las gafas,
quito el candado de mi bicicleta,
y para no tocar suave como una pluma,
ciego y sin nada, atravieso volando
el cementerio oscuro,
al salir a la avenida, ya veo la casa
toda iluminada.

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